23 de Julio de 2012
Frente a la postración política de un Chavista:
Astarita y el desarrollo de las FFPP
Nicolás Maurer
Frente a la postración política de un Chavista:
Astarita y el desarrollo de las FFPP
Respuesta al documento del docente Rolando Astarita “Argumento trotskista equivocado para evaluar el desarrollo de las fuerzas productivas” fechado Mayo de 2010.
Introducción:
Rolando Astarita ha realizado un planteo poco novedoso: “las FFPP no han cesado de crecer”. Esta conclusión encierra una caracterización del periodo histórico abierto por la fase imperialista del desarrollo capitalista, lo que implica, negar la tesis marxista sobre el carácter reaccionario adoptado por el capital, que fue desarrollándose a finales del siglo XIX y principios del XX. Este planteo revisa por el vértice todo el andamiaje teórico del marxismo desde la comuna de país, hasta la revolución rusa. La posición de Astarita, de revisar las tesis fundamentales del marxismo -que plantean el agotamiento histórico del capital- tiene como correlato, un accionar político ajeno al proletariado. Marx jamás insinuó que la lucha por el socialismo se devendría de la lucha política-intelectual de fracciones de estudiosos. Marx presento las bases teóricas del materialismo histórico y puso en pie el Partido Comunista. Fiel a la tradición marxista Lenin continúo el aporte histórico realizado por Marx, y sentó las bases teóricas y materiales para la lucha internacional por el socialismo. Lenin teorizo sobre la construcción partidaria otorgándonos un método de construcción política que sentenciamos correcto, en tanto, el Partido Bolchevique tomó el poder en la vieja Rusia de los Zares y constituyo la dictadura del proletariado. Ahora Astarita nos plantea un interrogante, y para peor, acusa al Trotskismo de haber degenerado o tergiversado la concepción marxista del desarrollo de las Fuerzas Productivas (FFPP). La corriente trotskista, desde la degeneración política de la revolución rusa, la muerte de Lenin y el control político-policial por parte de Stalin hasta la segunda guerra mundial, nos da cátedra de cómo debe actuar una corriente revolucionaria frente a un derrumbe total de los teóricos revisionistas del marxismo y de los traidores socialpatriotas y socialdemócratas de la EXURSS y Europa.
El análisis del trotskismo de posguerra merece otro debate. Pero negar que el trotskismo de preguerra, frente al supuesto fatalismo que nos presenta Astarita, sea la continuidad del marxismo-leninismo es una atroz concesión al revisionismo y a la burguesía imperialista. León Trotsky planteó -así como lo hace el Programa de Transición- que en 1914 las FFPP cesaron de crecer. ¡En octubre de 1917 la revolución obrera y campesina dirigida por Lenin y Trotsky fue posible porque la burguesía ya no podía desarrollar las FFPP! Porque de no haber sido así ¡todo el trabajo político y teórico de Lenin no hubiera tenido ningún sentido de ser! La primera guerra mundial expreso un quiebre histórico para el capital que devendría en un siglo plagado de guerras, crisis y revoluciones proletarias triunfantes a pesar incluso de la burocracia termidoriana. Entonces, el planteo del desarrollo de las FFPP bajo el capitalismo implica un retroceso político que solo lleva a sus predicadores a un solo escenario: ser cooptados por la burguesía. Los trotskistas nos basamos en la siguiente tesis para fundamentar que las FFPP están estancadas: “Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua.” (Extractos de Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, Karl Marx, 1859, énfasis nuestro). Ahora, Astarita podría estar tranquilamente en contra de la tesis trascrita anteriormente, pero en tal caso, podría el docente ahorrarnos tiempo y decirnos que él no es marxista. Pero lamentablemente Astarita nos plantea que él es marxista. Pues podemos concordar en que es un poco contradictorio el pensamiento del camarada. Pero a todas las posiciones políticas del compañero, le daremos una interpretación correspondiente y pasaremos a refutar cada uno de sus planteos.
Postración y revisión de la pequeñoburguesía Chavista
La tesis del estancamiento o cese del desarrollo de las FFPP es efectivamente, base fundamental para la estrategia política del marxismo. Sin embargo el camarada Astarita debió haber trascrito algunos párrafos más del texto de León Trotsky para entender mejor la lógica que llevo al gran dirigente bolchevique a plantear lo cuestionado. Lo hacemos nosotros por el: “El progreso humano se ha detenido en un callejón sin salida. A pesar de los últimos triunfos del pensamiento técnico, las fuerzas productoras naturales ya no aumentan. El síntoma más claro de la decadencia es el estancamiento mundial de la industria de la construcción, como consecuencia de la paralización de nuevas inversiones en las ramas básicas de la economía. Los capitalistas ya no son sencillamente capaces de creer en el futuro de su propio sistema. Las construcciones estimuladas por el gobierno significan un aumento en los impuestos y la contracción de la renta nacional “sin trabas”, especialmente desde que la parte principal de las nuevas construcciones del gobierno está destinada directamente a objetivos bélicos. El marasmo ha adquirido un carácter particularmente degradante en la esfera más antigua de la actividad humana, en la más estrechamente relacionada con las necesidades vitales del hombre: la agricultura. No satisfechos ya con los obstáculos que la propiedad privada, en su forma más reaccionaria, la de los pequeños terratenientes, opone al desarrollo de la agricultura, los gobiernos capitalistas se ven obligados con frecuencia a limitar la producción artificialmente con la ayuda de medidas legislativas y administrativas que hubieran asustado a los artesanos de los gremios en la época de su decadencia. Deberá ser recordado por la historia que los gobiernos de los países capitalistas más poderosos concedieron premios a los agricultores para que redujeran sus plantaciones, es decir, para disminuir artificialmente la renta nacional ya en disminución. Los resultados son evidentes por sí mismos: a pesar de las grandiosas posibilidades de producción, aseguradas por la experiencia y la ciencia, la economía agraria no sale de una crisis putrescente, mientras que el número de hambrientos, la mayoría predominante de la humanidad, sigue creciendo con mayor rapidez que la población de nuestro planeta.” (El pensamiento vivo de Karl Marx, León Trotsky, 1939). Como se puede apreciar, Trotsky, en las vísperas de la segunda guerra mundial, nos anticipaba el carácter parasitario que había tomado la industria de la construcción norteamericana en primer lugar, y en segundo lugar, las industrias Europeas y de la llamada periferia capitalista. Pero, ¿Por qué realiza este planteo Trotsky? Porque a meses de la segunda guerra mundial, advierte, que ya la economía norteamericana se encontraba al servicio del desarrollo bélico. Misma situación podemos observarla en toda Europa. Es que el estancamiento de la industria de la construcción fue la expresión del fin del intento Keynesiano por sortear las riñas inter-imperialistas que desembocaron la segunda guerra mundial. El planteo de Trotsky es anticipatorio y derrumba la tesis del Keynesianismo sobre la demanda agregada, artificialmente estimulada por el Estado. Así es que el trotskismo plantea que Estados Unidos, después de los New Deal, no había podido esquivar la crisis acumulada de la primera guerra mundial, donde el problema de los mercados y la colonización no habían terminado de resolverse. Así fue que las propuestas de Keynes no pudieron impedir que Estados Unidos se vuelque a la segunda guerra mundial, para ganar mercados intentando así sortear la gran depresión, mediante la reorganización mundial de la producción y los mercados. Por ello, Trotsky plantea que la industria norteamericana se encontraba estancada, porque la industria no se ponía a disposición de crear más hospitales, escuelas, caminos y trabajo para los desocupados provocando así una subida en los salarios obreros. Nada de esto paso, a pesar de los adeptos a Keynes. Y frente a una industria constructora paralizada, no quedó más remedio que recurrir a la contienda bélica, que sí desarrollo la industria de la construcción, pero a costa de la barbarie y el atraso, no del bienestar de las masas, sino más bien de su sufrimiento y pauperización. Ahora bien ¿Es importante, a los fines de la caracterización política del proceso previo y posterior al desarrollo de la segunda guerra mundial, la cuantificación del estancamiento productivo, a los fines de clarificar políticamente al proletariado? No, pero es justamente lo que busca Astarita. Podríamos dejar este rudimentario trabajo a los renegados del marxismo, a los académicos y estudiosos. Trotsky, lamentablemente, no pudo aportar datos que clarificarán políticamente a Astarita, pero, afortunadamente, clarificar políticamente a Astarita, no tiene la menor importancia, a los fines de la estrategia y clarificación política del proletariado.
La novedad de Rolando es que planteé que el Trotskismo revisa la dialéctica, cuando es el docente quien tiene un método anti-dialectico. Y para colmo, considera que el factor humano, el sujeto social, no es relevante a la hora de formular la categoría política FFPP, peor aún, no atribuye esta concepción al marxismo. Veamos que decía, el mismo Marx al respecto: “La existencia de una clase oprimida es la condición vital de toda sociedad fundada en el antagonismo de clases. La emancipación de la clase oprimida implica, pues, necesariamente la creación de una sociedad nueva. Para que la clase oprimida pueda liberarse, es preciso que las fuerzas productivas ya adquiridas y las relaciones sociales vigentes no puedan seguir existiendo unas al lado de otras. De todos los instrumentos de producción, la fuerza productiva más grande es la propia clase revolucionaria. La organización de los elementos revolucionarios como clase supone la existencia de todas las fuerzas productivas que podían engendrarse en el seno de la vieja sociedad.” (Miseria de la Filosofía, Capitulo Segundo, Karl Marx, 1846-1847, énfasis nuestro). Evidentemente a Astarita le falto leer uno de los documentos que consagrarán el pensamiento marxista. Pero, no hace falta que Marx haya escrito esto, sería también una verdad de perogrullo intentar explicar que el sujeto social forma parte integral del concepto FFPP. ¿Cómo la clase social que forma parte intrínseca de las FFPP no va a ser un elemento sustancial para el desarrollo de las mismas? En este sentido Astarita debería explicarnos como puede ser que, a pesar de que el sujeto social forma parte de las FFPP como el mismo Marx nos señala, es posible que denuncie al Trotskismo de haber inventado una nueva concepción de las FFPP (¡!).
Así la formulación de Astarita se deviene en el siguiente silogismo:
a) Astarita denuncia al Trotsky porque plantea que el sujeto forma parte de las FFPP
b) Marx planteo en 1846 que el sujeto forma parte de las FFPP
c) Hasta el día de hoy el sujeto sigue formando parte de las FFPP
d) Por lo tanto, hasta el día de hoy, Astarita no es marxista.
Interpretación histórica
Astarita pretende deslumbrarnos con un razonamiento absolutamente parcial y subjetivo. Trotsky jamás aseveró que el desarrollo de las FFPP implicaría indefectiblemente que las condiciones de vida de las masas mejorarían, tendencialmente o no, a lo largo del desarrollo del capital. Todo el siglo XIX de desarrollo productivo, gracias al capitalismo, involucró penurias y pauperización para las masas. Los siglos que precedieron a las revoluciones burguesas también expresaron barbarie; para prueba, un botón: la acumulación originaria. Pero esto no implica, necesariamente, que el desarrollo de las FFPP esté ligado íntimamente -o mecánicamente- a generar bienestar para las masas obreras, porque no es la finalidad del capitalismo. Esta interpretación es sentimental y romántica. Y es que la lógica del capital no se mide en sentimientos ni preconceptos morales. Este es el principal problema interpretativo de Astarita, no nuestro. Como su razonamiento político es mecánico, monolítico, nos plantea que, como Trotsky afirmó -en rigurosidad el marxismo- que el sujeto social forma parte de las FFPP, si el sujeto social pasa hambre, las FFPP no se desarrollan. ¡Pero qué análisis! Lamentablemente para Astarita, los trotskistas no analizamos los acontecimientos o procesos políticos bajo un método binario, entre ceros y unos. ¡Ninguna sociedad genero bienestar más que los avances objetivos de su propio periodo histórico! ¡Entonces plantear que la revolución industrial inglesa para los trotskistas no género desarrollo de las FFPP es un infundio!
Toda sociedad genera barbarie, cada etapa histórica genero barbarie bajo condiciones acordes a sus posibilidades. Mientras más se desarrolla una sociedad más barbarie genera en relación a su predecesor, debido a que el desarrollo de las FFPP llega a un punto, cuando son agotadas todas las posibilidades de desarrollo progresivo en una sociedad, donde los mismos están al servicio reaccionario de supervivencia de una régimen agotado históricamente, que destruye FFPP como condición sine qua non para continuar desarrollándolas. El capitalismo es una sociedad que barbariza, porque es un sistema social que se erige sobre la lucha de clases. Toda sociedad basada en la lucha de clases, será portadora de barbarie. Pero, esto no nos clarifica mucho en relación al silogismo que Astarita nos hace propio. El problema radica en que no se puede medir el desarrollo de las FFPP bajo un solo parámetro. Debemos contemplar el desarrollo de las FFPP en su conjunto, no arbitra ni parcialmente. Entonces, Astarita nos plantea que los trotskistas somos prácticamente humanistas. Cuando Astarita cita la revolución industrial, el capitalismo generaba bienestar en relación a sus posibilidades. ¡Hoy en día el capitalismo no puede generar el bienestar ni siquiera de hace más de 150 años para una franja importantísima de la humanidad! ¡Hoy el capitalismo no puede garantizar un bienestar que objetivamente es posible y que él mismo desarrollo! El capital permite unir al mundo en fracciones de segundos, pero aun no puede garantizar el alimento para una fracción gigantesca de nuestro planeta; ¡A pesar de que con solo la producción de granos se podría alimentar a toda la población planetaria! Esto es debido a que el capitalismo, en su fase imperialista, tiende negar a sus propias leyes de supervivencia, violentando así la ley del mercado mediante los monopolios, sorteando la ley del valor a través de los monopolios, oligopolios y la producción mundial clandestina con base en los países asiáticos, África y América Latina.
La pregunta para los defensores del capital es la siguiente: ¿Por qué el capital mercantilizó actos de barbarie tal marginales como las el tráfico de armas, la trata de personas y las drogas? Dicho sea de paso, estos “negocios” involucran gigantescas estructuras productivas que permiten un desarrollo internacional -y de mas esta decir- que son la base fundamental del desarrollo capitalista mundial. Hoy en día los capitalistas de las drogas tienen cadenas de distribución a escala planetaria que permiten un trabajo coordinado, centralizado y con ganancias extremas por fuera de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y de la ley del valor-trabajo. Ningún defensor del capital pudo alguna vez responder a estos interrogantes, porque para poder hacerlo, deben recurrir a un método dialéctico para interpretar la histórica y esto los convertiría, aunque sea formal o esporádicamente, en marxistas.
Inconsistencia política
Astarita nos acusa de no ser empíricos. Pues bien, acaba de descubrir una gran cualidad del marxismo. En tanto y en cuando la empírica es un medio, y no un fin, los marxistas utilizamos esta herramienta para hacer un análisis que solo puede ser objetivo, y en tal sentido, científico, mientras se contemplen los procesos políticos en su movimiento, desarrollo contradictorio y agotamiento. Sin esta premisa el empirismo se vuelca en academicismo burgués. ¿Por qué el empirismo termina desbarrancando hacia el academicismo burgués sin el análisis político? Porque se vuelve superfluo. El método objetivo y dialectico se transforma en un método subjetivo y normativista, formal y académico. Nuestro colega nos ha presentado copiosa información en relación al paraíso burgués del cual solo los trotskistas renegamos. Pero Astarita se olvidó de algunos elementos, quizás para el poco importantes, en su fabulosa tesis: Ni por azar se le ocurrió contemplar el movimiento histórico del capital. De esto no hay una sola palabra en su análisis. No hay mención alguna sobre la etapa histórica abierta por la primera guerra mundial y la revolución rusa. ¿Qué importancia tendría esto para el marxismo? No podemos observar tampoco nada sobre las revoluciones en Europa y América Latina, nada sobre el desarrollo político del movimiento obrero norteamericano, nada por aquí, nada por allá. Astarita razona como economista, no como político. Su concepción de la historia se basa en cuentas, no es análisis y caracterizaciones políticas. ¡¡Y es que es tan pobre y grotesco el planteo de Astarita que no hace mención alguna sobre la restauración capitalista en los viejos Estados Obreros Degenerados!! Como se puede siquiera intentar interpretar la historia del siglo XX sin hacer mención, aunque sea por error o redundancia, a los procesos políticos más importantes de la historia de la humanidad. Aquí recae el principal error del economista, pues solo se basa en las estadísticas de los satélites imperialistas para sacar sus conclusiones.
Lo de Astarita es decadente, pero aun así es necesario contemplarlo políticamente. Astarita nos habla de la India. ¿A Astarita se le ocurrió quizás contemplar los procesos democrático-burgueses, pacifistas, impulsados por Gandhi? ¿Acaso contemplo en su análisis el proceso secesionista en la India a finales de la segunda guerra mundial? ¿Pensó porque hoy la india es uno de los principales países semicoloniales que al compás de China suministra los bienes y servicios menos costos del planeta? ¿Astarita no analizo si probablemente las derrotas históricas del proletariado Hindú y Chino, sumado a la traición estalinista y maoísta, cementan hoy las condiciones internacionales para el abaratamiento del costo de vida universal, y mediante ello, el abaratamiento del proletariado mundial? Volvemos a insistir, Astarita no razona como marxista, ni siquiera como político, sus interpretaciones son empíricas. Siguiendo su lógica, Astarita seguramente se formulo: ¿Para qué tomarse el trabajo de analizar y caracterizar los procesos políticos más importantes del siglo XX si la ONU y el FOA nos lo resumen? ¡Muy bien estimado docente, ya es un economista profesional!
Astarita nos habla de Europa. Nuevamente esquiva como la peste todos los procesos revolucionarios del último siglo, nada más y nada menos, que en Europa. Otra vez, el empirismo profesional pequeñoburgués. Otra vez, la ONU y sus satélites. Le preguntamos al docente que piensa acerca del Estado de Bienestar impulsado por los estados imperialistas de Europa. ¿Qué análisis hace al respecto? Porque si bien gracias a Ud. ahora sabemos que la talla y la contextura física del pueblo europeo evoluciono el siglo pasado, no tenemos ni la remota idea de que caracteriza Ud. de la revolución alemana de 1918, de la derrota del proletariado Alemán y de la socialdemocracia tras la república de Weimar en 1919. ¿Qué conclusiones saca del papel de Rosa Luxemburgo y la socialdemocracia alemana en relación al advenimiento de la segunda guerra mundial y la limpieza inmensa de FFPP que implico? Que apreciación hace Ud. de las revoluciones chinas ¿que análisis político hace para el proletariado asiático? Como considera Ud. significo la revolución española de los 30 en relación al fascismo, y este, en relación a la tasa de ganancia capitalista, tras la limpieza gigantesca de FFPP que conllevo la segunda guerra mundial. Qué opinión le merece a Ud., estimado, la revolución italiana, que consideración hace sobre la revolución cubana, la expulsión del imperialismo Yankee en Vietnam, la división de Corea, los procesos insurgentes en América Latina, México y América Central, la división del viejo imperio Alemán Nazi, la caída del muro de Berlín y la restauración capitalista en los Estados Obreros Degenerados. En fin, la lucha de clases del siglo XX ha sido omitida, intencionalmente o no, por Astarita. ¿Por qué? No tenemos idea, pero si entendemos que solo el análisis de la lucha de clases del siglo XX nos puede situar en un contexto correcto. La revolución rusa abrió, junto a la primera guerra mundial, un periodo de guerras, crisis y revoluciones proletarias en todo el planeta. La revolución rusa, primera revolución proletaria de carácter nacional y permanente (aunque, degenerada a posteriori), provoco un cambio de relación de fuerzas mundial para el marxismo. Todos los revisionistas que adjuraron del marxismo, que rechazaron por el vértice la dialéctica, tuvieron que comerse todas las falacias que venían sosteniendo desde la muerte de Marx y Engels, en 1893 y 1895 respectivamente. La revolución rusa partió al medio al movimiento comunista, por un lado, los marxistas que llevaron adelante la experiencia del bolchevismo y su continuidad histórica, el Trotskismo, y por otro lado, aquellos que terminaron claudicando frente a sus burguesías nacionales o el estalinismo, que en última instancia, implicarían lo mismo. De todas formas, las revoluciones triunfantes marcaron un giro de 180 grados en la política internacional. La burguesía frente a un temor latente, el fantasma de la revolución rusa, decidió ceder un poco para no perder todo. Esto se expresó formalmente en los planes sociales y de incentivo estatal, o dicho de otra forma, la “demanda agregada” de Keynes. Los New Deal, en Estados Unidos, los planes quinquenales en Argentina, el surgimiento de los gobiernos de tinte nacionalista burgués deformados, el Estado de Bienestar en Europa, todos los planes de asistencia social, etc. Así el capital intento paliar, en distintas etapas, antes de la guerra (New Deal) y después de la guerra (Estado de Bienestar o Plan Marshall), bajo formas parasitarias, la descomposición propia de una etapa de agotamiento del capital. El intento de conciliar el capital con el trabajo, de cercenar la lucha de clases, solo provoco una retracción efímera que luego reventó por los aires. Las maniobras del capital por sortear la ley del valor y la tendencia decreciente de la tasa de ganancia fueron inmensas. Pero claramente estas artimañas políticas no duraron mucho, pero sirvieron de colchón para sortear crisis revolucionarias producto de las guerras imperialistas y crisis de poder. Sin embargo, este poder de maniobra del imperialismo no debe embellecernos, como creemos, le sucedió a Astarita. El imperialismo pudo sortear crisis muy profundas, pero que generaron, a pesar de esto, situaciones revolucionarias y revoluciones triunfantes en todo el planeta. Desde los movimientos protestantes norteamericanos, la intervención del proletariado sudamericano e hispano, los procesos revolucionarios en Europa como los de Portugal con la dirección del MFA en 1974, la revolución cubana y la insurrección obrera y estudiantil en Francia, la derrota del imperialismo Yankee en 1973 bajo Vietnam del Norte, etc., etc. Todo esto para Astarita no existió, no lo contemplo en su análisis. Simplemente observo allá por 2010 algunos datos de la ONU para concluir su sorprendente tesis del desarrollo de las FFPP y del supuesto fatalismo Trotskista.
¡Astarita nos habla de ‘industrialización’ en las semicolonias! Lo único que faltaba era que el docente nos informará que 200 años de dependencia y saqueo se esfumaron frente a una supuesta industrialización por parte de la burguesía nacional, o peor aún, según cual sea el razonamiento del profesor, por parte del imperialismo. Aquí es donde Astarita no nos presenta ningún dato, pero no nos alarmamos, los marxistas preferimos el análisis político a una estadística de la ONU. Pero, a pesar de abandonar momentáneamente el empirismo, nuestro camarada no nos da un solo elemento para fundamentar semejante tesis. Nos informa simplemente que “algo similar” sucede en los países del “tercer mundo”. Sería interesante que el compañero nos aclaré a que se refiere con la industrialización semicolonial, porque en tal caso, hablar de “tercer mundo” es puro eufemismo. Si según la lógica de Astarita las semicolonias desarrollan las FFPP (¡¿?!), nos encontraríamos con una suerte de renacimiento capitalista anacrónico, sin acumulación originaria ni disputas inter-imperialistas: un mundo perfecto. Pues bien ¡el paraíso capitalista que Astarita nos describe los comunistas no lo logramos identificar! Los aparatos productivos en las semicolonias están parados, las burguesías imperialistas y las raquíticas burguesías “tercermundistas” (para utilizar el léxico de Astarita) solo los ponen en marcha a condición de que la producción no supere la capacidad productiva máxima estipulada -según el desarrollo de las FFPP de cada semicolonia, por la ley del desarrollo desigual y combinado-, y cuando esto sucede: bienvenida inflación. La producción se “reactiva” -parasitariamente- cuando hay demanda local, o más bien, cuando los mercados financieros -léase especulación financiera- lo suscitan. Si las FFPP se desarrollaran en las semicolonias deberíamos tener una productividad igual, símil, o por lo menos tendiente, a la de Europa o EEUU. Nada de ello ocurre. Nuestro proletariado debería tener las mismas -símil o tendientes- condiciones materiales del proletariado Europeo y norteamericano. ¡Nada de esto sucede! ¡El proletariado Chino, Hindú y Latinoamericano está a años luz, en cuanto a condiciones materiales de existencia, del proletariado norteamericano y Europeo! El razonamiento antojadizo de Astarita lo lleva a su conclusión inicial: las FFPP siguen desarrollándose. El planteo encierra una lógica reaccionaria. Astarita compara a la burguesía progresiva de hace 300 años con la burguesía actual, decadente y reaccionaria. Las compara y dice: “la burguesía sigue desarrollando las FFPP como hace 300 años”. El problema radica en una interpretación dialéctica del desarrollo capitalista así como nos objetan “si el sujeto es la esencia de las FFPP, las FFPP siguen desarrollándose” nos plantean “si la esencia de las FFPP es el sujeto, en la revolución industrial no se desarrollaron las FFPP, porque el sujeto fue barbarizado”. La intencionalidad evidente de estos planteos encubren una lógica mecánica que no le permite ver a Astarita lo siguiente: hasta hace casi 100 años la burguesía desarrollaba las FFPP progresivamente, o sea, por la vía de revolucionar las FFPP. Hace casi 100 años que la burguesía no desarrolla las FFPP progresivamente, lo hace por la vía reaccionaria. Lo poco que desarrolla el capital lo hace a través de la barbarie como única forma posible, o sea, a través de la limpieza de capitales, la destrucción y la especulación financiera. En otras palabras; El desarrollo de las FFPP no deviene en barbarie, es la barbarie la que deviene en el desarrollo de las FFPP.
El camarada defiende firmemente su tesis y como prueba final de que los trotskistas estamos errados desde 1914 nos plantea la cuestión alimenticia. Nuevamente nos presenta datos muy rigurosos de la ONU, pero esta vez sobre alimentación mundial, de la producción de carnes, granos, etc. Pero, otra vez, no aporta un ápice en intentar caracterizar el siglo XX, simplemente, hace del copy & paste un método político. El problema metódico de Astarita es que plantea realmente el desarrollo de las FFPP como un desarrollo del factor subjetivo. Los trotskistas planteamos que el sujeto revolucionario forma parte de la concepción política de las FFPP. Esto es muy distinto a lo que intenta instalar Astarita. Marx define a las FFPP de la siguiente manera: “La fuerza productiva del trabajo está determinada por múltiples circunstancias, entre otras por el nivel medio de destreza del obrero, el estadio de desarrollo en que se hallan la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas, la coordinación social del proceso de producción, la escala y la eficacia de los medios de producción, las condiciones naturales.” (El Capital, Karl Marx). Como podemos ver, bajo ningún punto de vista Marx plantea que el sujeto revolucionario sea el único elemento a contemplar a la hora de evaluar si las FFPP capitalistas se desarrollan o no. Marx, y los trotskistas, hacemos uso de la categoría FFPP bajo su propia conjunción. No separamos el concepto. Entonces, si un trabajador logra alimentarse, mal o bien, en última instancia, no interesa, como análisis concluyente y programático. Estamos hablando de niveles de desarrollo distintos. Si el proletariado no logra destruir las Relaciones Sociales de Producción (RSP) -la propiedad privada de los medios de producción- y desarrollar una alternativa política revolucionaria, las condiciones materiales implicarían un retroceso civilizatorio. Nosotros planteamos una caracterización marxista del capital, y en tal sentido, observamos que las RSP obstaculizan (y en consecuencia frenan, detienen) el desarrollo de las FFPP y en tal sentido, solo el desarrollo de las FFPP se puede concebir bajo la destrucción, el retroceso, no el desarrollo: el re-tro-ce-so.
Luego Astarita nos da cátedra de como las fabricas burguesas trabajan sin cesar y de que se tiende a proletarizar a los sectores medios. La proletarización de franjas pequeñoburguesas o sectores desclasados es propio de un capitalismo que tiene que sortear una tendencia decreciente en la tasa de ganancia. Por eso el capital tiende a hacer negocios donde no los hay. La propia vorágine del metabolismo de acumulación capitalista lleva a que ni siquiera los servicios básicos en nuestra sociedad sean públicos; léase, la educación y la salud, por citar dos ejemplos significativos. Pero que el capital mercantilice la educación y la salud, no es un algo progresivo, mucho menos, que mercantilice la delincuencia, las drogas, la trata o las armas. Por tanto, el carácter mercantil del capital es lo que conlleva a una proletarización masiva de sectores desclasados, franjas inmensas de la pequeñoburguesía, el campesinado y el lumpenproletariado. Incluso sectores sociales “independientes” como lo podría ser un comerciante, o un pequeño distribuidor o partner, son, en mayor o menor medida, directa o indirectamente, empleados del gran capital. Así las distribuidoras o DSA de Acindar son puntos de venta o distribución de la transnacional, el dueño de un distribuidor o DSA no es más que un gerente externo de Acindar. Un kiosco o comercio, no es más que un punto de venta de Coca Cola o Kraft, así de fácil. Pero el mercader tiene una relativa independencia del capital, aunque sin este, no tendría razón de ser. Obviamente hace 50 años los comerciantes o sectores pequeñoburgueses eran muchísimos más que ahora, debido a que en la actualidad los comerciantes están cada vez más concentrados, producto de crisis capitalistas que otros mercaderes más débiles no pudieron soportar. Sin embargo, por más concentrado que estén los comerciantes, no pueden esquivar su carácter de oprimido, frente al gran capital. Por tanto, un distribuidor o DSA de Acindar jamás podrá fabricar mallas metálicas, solo podrá conformarse con distribuírselas a Acindar, pero para que ésta ultima pueda estar en este podio monopólico, con anterioridad tuvo que competir con otros fabricantes de acero, que sucumbieron frente a la bota de capitales cada vez más concentrados. La acumulación y concentración capitalista es lo que explica este fenómeno de proletarización que tanto deslumbra a Astarita. Sin embargo y a pesar de esto, resulta raro que un docente nos plantee un desarrollo educativo-cualitativo en relación a 100 años atrás. El camarada nos avizora que la clase obrera crece, también, “desde el punto de vista del desarrollo intelectual global”; reconocemos que es muy exótico su planteo, pero nos detenemos en él, por su importancia programática. Sagazmente, Astarita saca nuevamente de la galera su método empirista. ¡¡Pero a Astarita se le paso el dato -una vez más- de revoluciones obreras y campesinas en toda américa latina!! ¡La lucha de clases impuso alfabetizar América Latina Astarita! ¡No fue producto del desarrollo de las FFPP! Para prueba, otro botón: la revolución cubana. Una y otra vez el docente esquiva la lucha de clases y se apoya en las estadísticas de la ONU para sacar sus exorbitantes conclusiones. Dando por sentado, momentáneamente, que el desarrollo de las FFPP genero este bienestar descrito por Astarita, le preguntamos si acaso, él como docente, no nota un atraso metódico en las nuevas generaciones estudiantiles. ¡Las nuevas generaciones proletarias están condenadas a una educación formal, que día a día los docentes de nuestro país, y del mundo (¡sino veamos Europa actualmente!), critican sistemáticamente! Y es que la educación formal del Estado en la actualidad, en los pocos rincones del planeta donde la educación continua siendo pública, esta para servir al capital, no al trabajo, y ni hablemos de la educación privada. La educación de la cual tanto nos habla Astarita es la misma educación al servicio del capital que el movimiento docente en nuestro país combate. Pero, el fenómeno educacional del siglo pasado debemos verlo desde la óptica de la lucha de clases, no desde el libreto de la ONU. La educación pública y gratuita fue conquistada por las luchas históricas del movimiento estudiantil y docente, no por el desarrollo de las FFPP como entiende Astarita. Las dictaduras pro-imperialistas en América Latina intentaron mercantilizar la educación para ponerla al servicio del capital y su sociedad. Lo que finalmente, aunque en forma parcial, pudieron consumar luego de genocidios y a posteriori de la derrota del proletariado mundial tras la restauración capitalista en los Estados Obreros Degenerados. Astarita no comenta un ápice sobre esto. ¡En Europa acontecieron procesos juveniles históricos que defendieron la educación pública, que hasta intentaron abrirla al proletariado! De todo esto Astarita concluye, nada más y nada menos, que la educación del capital es “la base materialista para postular la posibilidad de una transformación socialista de la sociedad” (¡!). La tendencia del capital a destruir la educación pública, gratuita y laica es la antítesis de la base material para la “transformación socialista de la sociedad”. La educación del capital tiende a la destrucción y un atraso de características históricas. Nuestra juventud nunca estuvo tan arraigada al consumismo y a la postración ideológica que ahora, las generaciones que precedieron a la actual nacieron bajo las banderas de la reforma universitaria, del mayo francés, de la revolución cubana, del comunismo -deformado por el estalinismo-, la combatividad y el pensamiento de que se debía violentar el status quo. Hoy en día el marxismo es una corriente relativamente marginal; la juventud no tiene clarificada sus posiciones políticas. Sin embargo el capital recae como martillo en la cabeza de millones y millones de jóvenes en el mundo que se llevan puestos gobiernos, como en el Magreb, o luchan tenazmente contra el “neo-liberalismo” y la “globalización”, o enfrentan en EEUU al “gobierno de los mercados”. Podemos observar una tendencia general de la juventud hacia el enfrentamiento contra sus gobiernos, vemos a la historia de la lucha de clases viva en sus manifestaciones, pero no podemos contemplar una salida revolucionaria a la crisis, a excepción claro, del marxismo, que como indicamos, por el momento es una corriente minoritaria.
La teoría del Marx
Como mencionamos en los párrafos anteriores Marx concibe a la historia como un proceso continuo de lucha de clases. Estas clases se enfrentan para poder sobrevivir a costa de la(s) otra(s). Las clases son antagónicas, lo que define a una clase social es su papel en la producción. La burguesía desarrolla las FFPP a través de la extracción de plusvalía y la constitución del mercado mundial. La extracción de plusvalía permite al burgués quedarse con parte del trabajo creado por el proletariado; el obrero solo con una pequeña parte de su producción puede reproducir sus propias condiciones de vida: educarse, comer, vestirse, disfrutar una tarde, reproducirse, etc. El burgués al apropiarse de la gran mayoría del trabajo generado por el obrero se convierte en expropiador de trabajo ajeno. El capital, al mismo tiempo, tiende a incrementar el capital constante en detrimento del capital variable en la producción de las riquezas, producto de la intensificación de los ritmos de producción y el desarrollo de las tecnologías y técnicas de producción, lo que suscita una tendencia decreciente de la valorización de los productos. Debido a que lo que le da valor a las riquezas es el trabajo vivo incorporado a ellas -capital variable- el propio desarrollo capitalista implica desvalorizar tendencialmente los productos y servicios que el mismo capital produce, debido a que el trabajo socialmente necesario para producir dichos bienes y servicios tiende a reducirse inversamente proporcional al crecimiento del capital constante, o sea, al crecimiento de la técnica, la tecnología y la ciencia aplicada al trabajo vivo. Este mecanismo jugó un papel importantísimo en el desarrollo del mercado mundial y en la concentración y centralización de la producción mundial. Pero a principios del siglo XX proliferan los monopolios, se desarrollan los trusts conformados por la fusión del capital industrial y el bancario, dando origen al capital financiero y se procede al reparto mundial de los mercados capitalistas. A partir de este momento, el capital se ve involucrado en la destrucción de FFPP para poder desarrollar nuevas FFPP, la producción mundial se vuelca a la industria de la destrucción. El capital termina conformando un andamiaje productivo que tiende a negar las leyes de su propio funcionamiento. El surgimiento del capital financiero termina así, con siglos de desarrollo productivo al servicio del desenvolvimiento progresivo de la humanidad, y abre una era de catástrofes que amenazan la propia supervivencia de la especie humana. La metástasis del capital financiero consiste en la especulación como único fin para el desarrollo de su propio metabolismo. Las poderosas industrias puestas en marcha por el capital son absorbidas por los distintos capitales financieros internacionales, y los intentos por detener la vorágine imperialista del capital terminan en el fascismo. Todo el desarrollo productivo alcanzado por la humanidad de la mano de la burguesía industrial es arrojado, como un jugador compulsivo apuesta sus efímeras riquezas en la ruleta de un inmenso casino, al abismo de la especulación financiera. La burguesía imperialista embaraza día a día la supervivencia de las FFPP que en su propio seno creo, conspira contra las naciones en todo el planeta, se hace de las inmensas riquezas creadas por el obrero, y las arroja sin más a las garras del capital financiero. Ninguna sociedad en la historia aporto tanto como el capital, pero tampoco ninguna puso en peligro el advenimiento de generaciones venideras como el capital lo hace desde 1914. La lucha contra el capital, se convierte entonces, en la lucha por un futuro para la humanidad.
Esto es lo que culmina en un sistema tendiente al colapso, a la catástrofe. Las crisis del capital provocan limpiezas inmensas, en determinado periodos históricos, que conllevan a la concentración de capitales, y a una baja en la tasa de ganancia. Luego vuelven a recomponerse las condiciones productivas, para desencadenar nuevamente, otra caída catastrófica, lo que conlleva una y otra vez, a que baje la tasa de ganancia. Las guerras bélicas entre las potencias imperialistas conforman la mayor limpieza de capitales, expresa carnalmente la descomposición del capital, y provoca una caída drástica de la tasa de ganancia. Si la guerra bélica, producto del desarrollo productivo reaccionario, no implica la eliminación física de nuestra raza, el capital vuelve a reconstituir la tasa de ganancia, sobre la base del desarrollo de FFPP destructivas de la humanidad y de la recomposición de las FFPP destruidas. Así, el capital es regido por una tendencia decreciente de la tasa de ganancia, cada caída, es proporcionalmente, superior al recupero efímero producto del sorteo bélico, la destrucción y posterior reconstrucción de FFPP, la concentración de capitales, y la redistribución mundial de los mercados. En la primera guerra mundial el capital se chocó violentamente con las RSP que el mismo santifico, y al no poder encontrar una salida ordenada a la concentración de capitales y el límite de los mercados, el capital tuvo que ir a la guerra para seguir desarrollando las FFPP. El ingreso a la guerra provoco una destrucción inmensa de capitales y la consiguiente absorción de los mismos por los capitales imperialistas vencedores y sus respectivos mercados capitalistas. Así, el capital, los monopolios, logran sortear su techo, las RSP, mediante la destrucción de FFPP.
Veamos a continuación, la teoría de Marx sobre el desarrollo de las FFPP y su relación dialéctica, con el agotamiento histórico del capital: “Mi primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los “Anales francoalemanes”, que se publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política. En Bruselas a donde me trasladé a consecuencia de una orden de destierro dictada por el señor Guizot proseguí mis estudios de economía política comenzados en París. El resultado general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de transformación por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la sociedad humana.” (Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, 1859). Para Marx y los Trotskistas una sociedad desarrolla todas las capacidades productivas posibles hasta que llega a una determinada etapa, donde las RSP, que la misma sociedad constituyo, frenan el desarrollo productivo. Así, la burguesía expreso los intereses del conjunto de la sociedad feudal; las monarquías absolutistas, opresoras y explotadoras de siervos, burgueses y comerciantes, llevaba adelante, una tarea reaccionaria de supervivencia. Junto a la iglesia, los banqueros y los latifundistas (entre ellos, la misma Iglesia Católica) conformaron una santa alianza que desarrollaba la tarea reaccionaria de sobrevivencia del régimen de feudos. La burguesía, entre revolución y contrarrevolución, entre reforma y restauración, logró derrotar a la monarquía reaccionaria y constituirse como clase social dirigente, abriendo así, un nuevo periodo histórico de desarrollo de las FFPP, instaurando republicas por doquier, planteando la democracia como única forma de gobierno posible, desarrollando mercados, ciencia, tecnología y propiedad privada, o sea, RSP. Como se puede apreciar solo cuando la sociedad feudal sucumbió frente a su propio agotamiento histórico, la burguesía pudo encarar la lucha revolucionaria por el capitalismo. Solo cuando las RSP frenaron el desarrollo de las FFPP y esto devino en barbarie, el capital pudo imponerse frente al absolutismo. La dialéctica nos permite interpretar la realidad, el materialismo histórico, nos permite interpretar la historia de la humanidad frente a su propia dinámica, su movimiento, sus contarios y antagonismos.
Seguimos analizando la teoría del marxismo, frente a otro economista utópico: “Los economistas presentan las relaciones de la producción burguesa -la división del trabajo, el crédito, el dinero, etc.- como categorías fijas, inmutables, eternas. El señor Proudhon, que tiene ante si estas categorías perfectamente formadas, quiere explicarnos el acto de la formación, el origen de estas categorías, principios, leyes, ideas y pensamientos. Los economistas nos explican cómo se lleva a cabo la producción en dichas relaciones, pero lo que no nos explican es cómo se producen esas relaciones, es decir, el movimiento histórico que las engendra. El señor Proudhon, que toma esas relaciones como principios, categorías y pensamientos abstractos, no tiene más que poner orden en esos pensamientos, que se encuentran ya dispuestos en orden alfabético al final de cualquier tratado de economía política. El material de los economistas es la vida activa y dinámica de los hombres; los materiales del señor Proudhon son los dogmas de los economistas. Pero desde el momento en que no se sigue el desarrollo histórico de las relaciones de producción, de las que las categorías no son sino la expresión teórica, desde el momento en que no se quiere ver en estas categorías más que ideas y pensamientos espontáneos, independientes de las relaciones reales, quiérase o no se tiene que buscar el origen de estos pensamientos en el movimiento de la razón pura. ¿Cómo da vida a estos pensamientos la razón pura, eterna, impersonal? ¿Cómo procede para crearlos? (…) El señor Proudhon economista ha sabido ver muy bien que los hombres hacen el paño, el lienzo, la seda, en el marco de relaciones de producción determinadas. (…) Las relaciones sociales están íntimamente vinculadas a las fuerzas productivas. Al adquirir nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian de modo de producción, y al cambiar el modo de producción, la manera de ganarse la vida, cambian todas sus relaciones sociales. (…) Los economistas razonan de singular manera. Para ellos no hay más que dos clases de instituciones: las unas, artificiales, y las otras, naturales. Las instituciones del feudalismo son artificiales, y las de la burguesía son naturales. En esto los economistas se parecen a los teólogos, que a su vez establecen dos clases de religiones. Toda religión extraña es pura invención humana, mientras que su propia religión es una emanación de Dios. Al decir que las actuales relaciones —las de la producción burguesa— son naturales, los economistas dan a entender que se trata precisamente de unas relaciones bajo las cuales se crea la riqueza y se desarrollan las fuerzas productivas de acuerdo con las leyes de la naturaleza. Por consiguiente, estas relaciones son en sí leyes naturales, independientes de la influencia del tiempo. Son leyes eternas que deben regir siempre la sociedad. De modo que hasta ahora ha habido historia, pero ahora ya no la hay. Ha habido historia porque ha habido instituciones feudales y porque en estas instituciones feudales nos encontramos con unas relaciones de producción completamente diferentes de las relaciones de producción de la sociedad burguesa, que los economistas quieren hacer pasar por naturales y, por tanto, eternas. (…) Cuando la burguesía se impuso, la cuestión ya no residía en el lado bueno ni en el lado malo del feudalismo. La burguesía entró en posesión de las fuerzas productivas que habían sido desarrolladas por ella bajo el feudalismo. Fueron destruidas todas las viejas formas económicas, las relaciones civiles con ellas congruentes y el régimen político que era la expresión oficial de la antigua sociedad civil. (…) Es menester investigar cómo se producía la riqueza en el seno de este antagonismo, como se iban desarrollando las fuerzas productivas al mismo tiempo que el antagonismo de clases, como una de estas clases, el lado malo y negativo de la sociedad, fue creciendo incesantemente hasta que llegaron a su madurez las condiciones materiales para la emancipación. ¿Acaso no significa esto que el modo de producción, las relaciones en las que las fuerzas productivas se desarrollan, no son en modo alguno leyes eternas, sino que corresponden a un nivel determinado de desarrollo de los hombres y de sus fuerzas productivas, y que todo cambio operado en las fuerzas productivas de los hombres lleva necesariamente consigo un cambio en sus relaciones de producción? Como lo que importa ante todo es no verse privado de los frutos de la civilización, de las fuerzas productivas adquiridas, hace falta romper las formas tradicionales en las que dichas fuerzas se han producido. Desde ese instante, la clase antes revolucionaria, se hace conservadora. (…) Así como los economistas son los representantes científicos de la clase burguesa, los socialistas y los comunistas son los teóricos de la clase proletaria. Mientras el proletariado no está aún lo suficientemente desarrollado para constituirse como clase; mientras, por consiguiente, la lucha misma del proletariado contra la burguesía no reviste todavía carácter político, y mientras las fuerzas productivas no se han desarrollado en el seno de la propia burguesía hasta el grado de dejar entrever las condiciones materiales necesarias para la emancipación del proletariado y para la edificación de una sociedad nueva, estos teóricos son sólo utopistas que, para mitigar las penurias de las clases oprimidas, improvisan sistemas y andan entregados a la búsqueda de una ciencia regeneradora. Pero a medida que la historia avanza, y con ella empieza a destacarse, con trazos cada vez más claros, la lucha del proletariado, aquellos no tienen ya necesidad de buscar la ciencia en sus cabezas: les basta con darse cuenta de lo que se desarrolla ante sus ojos y convertirse en portavoces de esa realidad. Mientras se limitan a buscar la ciencia y a construir sistemas, mientras se encuentran en los umbrales de la lucha, no ven en la miseria más que la miseria, sin advertir su aspecto revolucionario, destructor, que terminara por derrocar a la vieja sociedad. Una vez advertido este aspecto, la ciencia, producto del movimiento histórico, en el que participa ya con pleno conocimiento de causa, deja de ser doctrinaria para convertirse en revolucionaria.” (Miseria de la Filosofía, Karl Marx, 1847, énfasis nuestro). Pues bien, es el mismo Marx bajo Miseria de la Filosofía quien desmorona la rudimentaria tesis de Astarita. Claramente Marx parte de una concepción materialista de la historia, no de categorías económicas. El problema del razonamiento económico es que pierde el hilo conductor del análisis. El economista se pierde en sí mismo parafraseando “categorías económicas” para, a posteriori, no mover un dedo en la lucha por el socialismo. Ni Marx ni Trotsky parten de una categoría económica para analizar y hacer un pronóstico sobre el carácter reaccionario o revolucionario de una clase social. Esto es solo obra y arte de Astarita. Marx es muy claro, tanto en el Capital como en Miseria de la Filosofía, de que el carácter reaccionario de una sociedad parte de su capacidad por seguir desarrollando las FFPP, y estas, están condicionadas por las RSP. Marx no se dedicó a tomar estadísticas para hacer análisis bajo un fin empirista, Marx fue comunista. Entonces, la interpretación parcial de Astarita se esfuma bajo los propios planteos de Marx.
A continuación trascribimos algunas líneas del Manifiesto del Partido Comunista que expresa categóricamente, el análisis del movimiento histórico del capital y su tendencia al derrumbe, o sea, la verdadera teoría de Marx: “Las condiciones de producción y de cambio de la burguesía, el régimen burgués de la propiedad, la moderna sociedad burguesa, que ha sabido hacer brotar como por encanto tan fabulosos medios de producción y de transporte, recuerda al brujo impotente para dominar los espíritus subterráneos que conjuró. Desde hace varias décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de las modernas fuerzas productivas que se rebelan contra el régimen vigente de producción, contra el régimen de la propiedad, donde residen las condiciones de vida y de predominio político de la burguesía. Basta mencionar las crisis comerciales, cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda. Las crisis comerciales, además de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; se diría que una plaga de hambre o una gran guerra aniquiladora la han dejado esquilmado, sin recursos para subsistir; la industria, el comercio están a punto de perecer. ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas.” (El Manifiesto Comunista, énfasis nuestro). ¿Qué consideración hace Astarita sobre los dichos de Marx y Engels trascritos anteriormente? Esperamos la respuesta del camarada.
Desarrollo de las FFPP
Astarita insiste en que el trotskismo reniega de los clásicos. El problema interpretativo de Astarita es que concibe la historia sobre la base de caracterizaciones económicas, no políticas. Este es el problema principal del docente, no tiene un método político, su método consiste en simples formulaciones económicas. En la historia del materialismo, los economistas siempre se han puesto en la vereda de la reacción. Lamentablemente Astarita no es la excepción. Su concepción política reside en la trascripción de citas del capital, descontextualizadas y bastardeadas por un método distorsionador. Los trotskistas no revisamos la historia ni nuestra teoría, esa tarea se la dejamos a los economistas. Quien revisa el marxismo es Astarita, no Trotsky.
Históricamente los revisionistas fueron cualquier porquería putrefacta, siempre bajo un sector burgués, jamás construyeron partidos de la clase obrera y siempre traicionaron al proletariado. Claro que por una cuestión empírica no vamos a generalizar este fenómeno, pero lamentablemente las revisiones que lleva adelante Astarita no aportan nada en la medida que el docente es confusionista, se pierde de vista el horizonte político y se termina yendo detrás de una variante patronal como efectivamente le sucedió al compañero tras su reivindicación del socialismo del siglo XIX. La revisión termina en catástrofe, y los economistas, por su carácter reaccionario y pequeñoburgués, están condenados a la catástrofe. Astarita, luego de su revisión, termino detrás de Chávez y la “burguesía nacional” venezolana. Astarita pasó de ser un académico centrista, a un bufón del chavismo. Esto nos enseña lo catastrófico que puede ser revisar el marxismo, sin ningún tipo de sustento científico/objetivo o histórico, o sea, sin rigurosidad científica.
Vaguedad empírica y eclecticismo pequeñoburgués
Astarita no se rinde y continúa en su aventura centrista para exigirles a los trotskistas que les demos los datos que no lo dejan dormir. Pues los trotskistas no somos economistas, somos comunistas. Nosotros no hacemos cuentas bajo los parámetros de la ONU, el FOA o cualquier satélite del imperialismo, hacemos pronósticos e intervenimos, in-ter-ve-ni-mos, en la lucha de clases, para la vaguedad teórica, lo dejamos a Astarita y sus seguidores. El trotskismo no es espectador en la lucha de clases, Astarita lo es. La postración política es funcional a la burguesía -ya que- la inmovilidad política solo es funcional al status quo. Astarita debería ser más directo a la hora de hablar de los trotskistas. El compañero sostiene que el trotskismo testifica que en 1914 se detuvo el desarrollo de las FFPP, o en 1938, 1945, 1974/75 y no encontramos a la “candidata”. Simplemente decadente. Primero, Astarita debería ser más riguroso en sus apreciaciones. Más que nada porque la mayoría de las corrientes “trotskistas” reniegan del programa de transición, y no lo reivindican, como menciona Astarita. En segundo lugar, no hay “candidata”, la ridiculización sobre la caracterización más importante del siglo XX radica en un absoluto desconocimiento o intencionalidad con respecto al movimiento comunista. Trotsky caracterizo el cese del desarrollo de las FFPP en 1914, a raíz del “quiebre fundamental” de la unidad dialéctica RSP/FFPP. Quizás a Astarita se le paso de su análisis las dos guerras mundiales imperialistas. ¡Nada más y nada menos! Pues al trotskismo no se le paso este dato, ni las restauraciones capitalistas en los Estados Obreros Degenerados. Astarita nos plantea: “Si en 1938 se proclamaba que el capitalismo ya no se desarrollaba; y que ésa era la base económica del Programa de Transición (…)”. Nuevamente el docente razona como un economista burgués. El programa de transición no tiene “una base económica fundamental”, el programa de transición expresa la caracterización política del periodo histórico abierto por la primera guerra mundial y la revolución rusa, y nos plantea una salida revolucionaria a la catástrofe a la que nos arrastra el capital, en su etapa de agonía y decadencia. ¡Astarita reniega de la revolución rusa! El partido bolchevique caracterizo el periodo reaccionario abierto por la burguesía tras la primera guerra mundial y sostuvo una pelea fenomenal -en minoría- contra los revisionistas de aquel momento, que planteaban que el capitalismo se seguía desarrollando y que el horizonte de posibilidades para el capital era prácticamente infinito. La caracterización bolchevique posibilitó la toma del poder en Rusia, mientras los Astarita de aquella época renegaban una y otra vez del marxismo, y planteaban, como lo continúan haciendo en la actualidad, que las FFPP siguen creciendo, que el capitalismo sigue desarrollándose.
El bufón de Chávez nos plantea un interrogante, muy importante, que el mismo no comprende debido a un razonamiento propiamente económico. ¿Hubo desarrollo en los Estados Unidos, Europa y Japón en el periodo de 1945-1970? Sí, estimado chavista. Como se puede plantear si hubo desarrollo o no en el siglo XX. ¡La pregunta no tiene ningún sentido! Si no hubiera habido desarrollo, estimado compañero, este debate no existiría. La degeneración del marxismo es lo que genera este tipo de ambigüedades que rozan la mediocridad. Cuando la burguesía se levantó en armas contra el absolutismo, las FFPP seguían desarrollándose pero -y aquí chavistas, préstenos su atención por favor- no lo hacían en la medida de las posibilidades materiales existentes, desarrolladas por la propia burguesía revolucionaria. Ahora bien, si la burguesía, luego de siglos de combate, no hubiera podido derrocar a la Iglesia y los Reyes, la continuidad de la humanidad hubiera sido comprometida. ¿Por qué? Se preguntaran los economistas; pues porque la no resolución de antagonismos de clase, expresados tan violentamente en lucha de clases, bajo un cuadro de -agotamiento histórico de un régimen social- puede suscitar la desaparición de las mismas clases sociales enfrentadas, o lo que es lo mismo, el advenimiento de la barbarie. El -no- desarrollo de las FFPP implica la extinción de la humanidad. Lo que el marxismo plantea, estimado chavista, es que la sociedad burguesa ha llegado a su punto máximo de desarrollo, lo que implica, que la burguesía se ha convertido en un factor reaccionario, reac-cio-na-rio, para la continuidad de la humanidad. Las FFPP se presentan frenadas por las RSP, pero, como las RSP no fueron destruidas, ni se ha constituido el socialismo, el desarrollo de las FFPP ya no conllevan a un progreso para la humanidad, por el contrario, el desarrollo de las FFPP están al servicio de la preservación de la sociedad capitalista, de la destrucción de FFPP. Antes de 1914 las FFPP se desarrollaban progresivamente, en pos del desarrollo universal -producto de la competencia entre capitales no imperialistas-, no a razón de la destrucción y la barbarie. Ahora bien, que las FFPP estén al servicio de la barbarie y el atraso, no implica necesariamente, que la población no se “beneficie” de las maravillas del siglo XX, para nada camarada Astarita. Pero estos “beneficios” son resabios de desarrollo productivo reaccionario, como lo puede ser, la energía atómica, la ingeniería electrónica, química y física, o la informática misma, la medicina, la genética, las comunicaciones, etc. La primera computadora creada por el hombre fue la ENIAC (Electronic Numerical Integrator And Computer) a principios de 1940 por el Ejercito Norteamericano, para descifrar comunicaciones del Ejército Alemán. Existe una polémica sobre si fue la ENIAC o la Z3 -computadora diseñada y construida por el nazismo- la primera computadora creada por el hombre. Sea una o la otra, que la destrucción puesta al servicio del desarrollo productivo haya sido lo que suscite la creación de una de las herramientas mas significativas e importantes de los “tiempos modernos”, es una contundente prueba del carácter reaccionario y terminal que ha adoptado el capital. Por su parte las comunicaciones también forman parte de los “tiempos modernos” del capital. La quebrada Motorola crea el primer sistema de comunicaciones -inalámbrico- (la Handie Talkie, el primer walkie-talkie del mundo) por la gigantesca necesidad bélica de Estados Unidos. Nuevamente la destrucción y la barbarie son las impulsoras del desarrollo de las FFPP para el capital en decadencia y agonía. El capital en su etapa imperialista también se rige por la ley de la competencia, a pesar de los monopolios, la burguesía se disputa mercados bajo esta ley deformada. Explicitamos el término deformada porque los monopolios frenan la iniciativa particular, propia del desarrollo capitalista, pero la competencia entre los monopolios se da a pesar del freno al desarrollo productivo. Por tal motivo, toda la ingeniería productiva originada en las guerras mundiales, sobre todo, de la segunda guerra mundial, fueron utilizadas por el capital tras la disputa de poder frente al estalinismo. La URSS fue el país que más se desarrolló -en términos relativos- en el siglo XX. De ser un país atrasado y semicolonial pasó a ser un país que pusiera un ruso en la luna. Esto genero una presión muy grande al capital imperialista, que mercantilizo -y capitalizo- todo el descubrimiento de las guerras mundiales. Por esto hoy podemos utilizar sistemas de cómputos, poner un satélite en el espacio o hablar por celular. Pero, de todas las posibilidades productivas que el capitalismo decadente creo, solo prosperaron las que el capital imperialista considero productivas o, lo que no es más que lo mismo, las que le permitían frenar la caída de la tasa de ganancia. La clonación no fue utilizada para exponenciar la producción de alimentos para que la población pueda dejar de padecer hambre; es utilizada para clonar granos y animales para paliar la alimentación del proletariado chino, para que este, siga garantizando una economía mundial devaluada varias veces, que conlleva a alimentar la especulación financiera -verdadera capitalizadora del “desarrollo de las FFPP”- y que, pulveriza varias veces mas la tasa promedio de salario del proletariado norteamericano y europeo, principalmente, y el proletariado de la periferia capitalista en segundo lugar. Por lo tanto, el capital frena el desarrollo de las FFPP. El capital imperialista no destruye capitales para poder centralizar la economía y esquivar así el charco de la sobreproducción; apuesta a través de los mercados financieros para fundir capitales sobre la base de la especulación. El capital imperialista absorbe y se desprende de capitales para especular y así revertir la caída de la tasa de ganancia, realiza movimientos gigantescos de capitales de un lado al otro del plantea impulsando burbujas financieras que luego paga otro capital mas débil o incluso las masas trabajadoras como ocurre actualmente con la crisis capitalista mundial. El capital destruye las tierras del “tercer mundo” para sembrar soja y con ella, alimentar al proletariado asiático, no lo hace para que la población pueda alimentarse, impone un sistema parasitario de tipo monocultivo; el capital frena el desarrollo de las FFPP. El capital intenta por todos los rincones del planeta mercantilizar la educación pública, pero no lo hace por la ley de oferta y demanda, para satisfacer al estudiante para que tenga los conocimientos “más avanzados y modernos” de la época; lo hace para que la educación no sea objetiva (o sea, científica, imparcial), lo que implicaría que las academias puedan plantear posibilidades objetivas de desarrollo en las distintas ciencias, que hoy el capital niega monopolizando la educación y socavando los estados burgueses en pos de degenerar la educación pública -y privada-, en los pocos países donde la educación sigue siendo pública. El capital frena el desarrollo de las FFPP.
El camarada Astarita nos dirá: “Pero camaradas, lo que realmente frena el desarrollo de las FFPP son las RSP, no el capital ‘en sí’ sino ‘fuera de sí’, o sea, su exteriorización”. Pero si las RSP frenan el desarrollo de las FFPP estamos ante una sociedad que no puede seguir funcionando si no es a través de violentar sus propias leyes de funcionamiento, de su superestructura jurídica, o sea, de la propiedad privada de los medios de producción. Pues Astarita, el capitalismo es un sistema agotado históricamente, donde las RSP son la expresión dialéctica del agotamiento del desarrollo productivo basado en la propiedad privada. El trotskismo no mide el desarrollo progresivo de las FFPP en relación a un elemento de su composición dialéctica, el trotskismo parte de la concepción dialéctica de las FFPP para medir su desarrollo progresivo o no.
Sobre el “fenómeno”
Astarita observa “fenómenos” en el programa de transición. Es algo grotesco y poco perspicaz deformar un planteo marxista, frente a un fenómeno, siguiendo la tesis del caballero, que sería descubierto por el trotskismo. El docente pretende forzar un concepto nuevo, que atribuye al trotskismo, cuando en realidad es Astarita el que crea fenómenos donde no los hay, podemos concluir en favor de Astarita, que el compañero tiene una sorprendente capacidad de imaginación. ¿Cuál es el fenómeno que habríamos inventado los trotskistas?
Por otro lado el trotskismo nunca planteo que el capital no pueda desarrollar las FFPP relacionadas con el agro y la alimentación. De hecho hoy día, es inmensamente superior la productividad en relación a 1914 en esta rama de la peoducción. El problema radica en que, a pesar de esta posibilidad, el capital no aprovecha estas condiciones materiales que el mismo capital creo y destruye sus propias FFPP. En vez de fomentar la diversidad de cultivos, o sea, distintas ramas productivas, teniendo en cuenta la inmensa capacidad productiva adquirida, el capital fomenta la especulación financiera, a través del grano de la soja transgénica. La única verdad, es la realidad. ¿Cómo puede explicar Astarita esta situación intrínseca al capital en su etapa imperialista?
Con respecto a la tasa de ganancia, no hay una relación directa -o directamente proporcional- entre ésta y la alimentación. La tasa de ganancia cae, desde 1914, producto de la destrucción de FFPP y la consiguiente concentración de capitales, lo que lleva a dibujar la tasa de ganancia, que asombra a los Astarita de Argentina y el mundo. Es que, su problema recae en el formalismo, en su método normativista. Sorprendemente, para el docente, la tasa de ganancia del capital cae, en relación inversamente proporcional al crecimiento proletario en la India y China, y en un relativo crecimiento de su “calidad de vida”. Aunque Astarita no puede concebir este cuadro, y por tal motivo abraza el revisionismo, el mismo es propio de un capitalismo decadente que cada vez niega con mayor fuerza -y mayor violencia- sus propias leyes de funcionamiento. Así como no hay una relación directa entre la alimentación y la tasa de ganancia, no la hay entre ésta y el alfabetismo. El trotskismo no plantea esta relación. Sí planteamos que, el capital, a diferencia de 1914, hoy día tiene una capacidad inmensa para poder desarrollar las FFPP en la alimentación, o la educación, esta gigantesca capacidad es frenada por el mismo capital, por sus propias RSP, por su propia necesidad de detener el derrumbe de la tasa de ganancia. Solo a través de la limpieza inmensa de capitales, de la reorganización de la sociedad para tal fin, el capital puede desarrollar las FFPP, o sea, negándose a sí mismo, la etapa abierta por la revolución rusa y la primera guerra mundial conforman la antítesis del capital.
Consecuencias políticas
Nuestro colega nos ha enunciado 3 “consecuencias políticas”, a su parecer, del método trotskista. Veamos cuales son ellas y su fundamentación política.
a) Sobre el Voluntarismo en la construcción socialista: Nuevamente el supuesto equivoco en el método trotskista -marxista- de interpretación de la realidad, en particular, en el desarrollo de las FFPP. Otra vez objetamos parcialidad en el análisis del docente sobre el trotskismo. Esta vez Astarita va más allá de toda ilusión centrista y nos objeta ser Maoístas. ¡Nada más ni nada menos! Y para hacerlo, nos ubica en el método subjetivista de Mao Tse-Tung, que en realidad, no es mas, que un método estalinista de interpretación de la realidad -léase, tergiversar la realidad para acomodarla teóricamente al servicio de los intereses de la burocracia-. El análisis es grotesco. Compara burdamente a León Trotsky, quien teorizo y defendió la tesis del socialismo mundial, internacional, con quienes deformaron la teoría marxista para adecuarla a sus maniobras restauracionistas y oportunistas. El estalinismo, bajo todas sus matices, teorizo la tesis del socialismo en un solo país para defender sus propios privilegios, los revisionistas predecesores al docente defendieron la idea chauvinista de un “capitalismo en un solo país”, para defender a la burguesías imperialistas en la carnicería universal de 1939-1945. Hoy día Astarita, siguiendo la línea putrefacta del revisionismo del siglo pasado, defiende la tesis del “desarrollo de las FFPP” para defender a las burguesías que Astarita considera progresivas, aunque formalmente, las teorice como “socialistas”, como lo evidencia su obscena tesis sobre Venezuela. La tesis del “desarrollo de las FFPP” es un sui generis de la tesis del “socialismo en un solo país” debido a que ambas son fundamentadas políticamente bajo los mismos intereses sociales, de la pequeña burguesía centrista. Nuestro camarada hace un uso obsecuente de la parcialidad y el subjetivismo y nos plantea que Trotsky tendría un método economicista u “objetivista” en los análisis de la URSS y los Estados Unidos, y otro método, uno “subjetivista”, para el caso de Europa y la periferia capitalista. ¿En que vasa el docente su análisis sobre el método político del trotskismo? Trotsky se caracterizó por una fenomenal rigurosidad científica a la hora de analizar e interpretar los procesos políticos de la lucha de clases. Trotsky, a pesar de haber estado bajo la presión gigantesca del capital imperialista y de la burocracia estalinista, caracterizó correctamente el carácter de clase de la URSS y del estalinismo. Trotsky fue uno de los pocos marxistas que defendió a la URSS frente al capital y sus servidores, mientras que los que pensaban como Astarita, teorizaron cualquier porquería, bajo un método fatalista, normativista y contribuyeron, dentro de sus limitadísimas posibilidades teóricas e intelectuales, a la restauración capitalista por parte del imperialismo. Bregamos porque los caminos de Astarita no se dirijan por ese lamentable rumbo.
b) Sobre la Lucha política e ideológica sin sustento material: Astarita razona mal en su fundamentación, en relación a su propia crítica. Es Astarita quien intenta demostrar que las FFPP siguen desarrollándose, no los trotskistas. La propaganda y la intervención política de los trotskistas no descansa en un método académico-economicista. El trotskismo lucha contra la ideología centrista, que descansa en el eclecticismo y la ausencia completa de un método científico de interpretación y acción. Este es el problema del chavista; no tiene un método político, pues no tiene un programa, pues no le interesa luchar por el socialismo. El docente no ve la necesidad de unir dialécticamente las reivindicaciones transitorias o económicas de las masas (donde, según Astarita, éstas no podrían constatar lo que los trotskistas teorizamos sobre las FFPP) con la lucha por el socialismo “porque tampoco tiene el propósito de llegar a la otra orilla”. Astarita no puede disociar expresiones materiales del desarrollo productivo capitalista, con el movimiento histórico del capital. Lamentablemente Astarita se apoya en los revisionistas del marxismo del siglo XX para poder “refutar” hoy, las tesis del trotskismo, y por ello, vuelve a cometer los mismos errores de los bufones de la burguesía liberal, que, renegando del marxismo, defendieron las tesis del desarrollo capitalista bajo la ideología burguesa positivista. Para ser justos, los revisionistas del siglo XX (Kautsky, Bernstein, etc.) tienen la ventaja de que ellos caracterizaron el progreso ilimitado del capital en la etapa ascendente y progresiva del mismo. No podemos culpar a los revisionistas por su pobreza teórica y no poder anticiparse y caracterizar correctamente el movimiento histórico del capital. Pero si podemos objetarle a Astarita que está a la derecha de los viejos revisionistas, ya que estos, cegados por el desarrollo fenomenal de las FFPP no interpretaron dialécticamente el movimiento histórico del capital (fueron mecánicos y economicistas en su caracterización) que es funcional a los intereses de la burguesía. Pero el camarada comete los errores (viejos) a la luz de los acontecimientos ya consumados. Los viejos revisionistas al desmoronarse todo su edificio teórico entraron en crisis, y salieron disparando a apoyar a sus respectivas burguesías imperialistas en la primera guerra mundial. Astarita, sin guerra inter-imperialista, con los acontecimientos ya ejecutados, con un siglo plagado de revoluciones y contrarrevoluciones, de barbarie y destrucción sin precedentes de FFPP, vuelve a teorizar sobre lo mismo; lo de Astarita es una caricatura de revisión.
c) Sobre Una visión utópica del socialismo: “Si el capitalismo ha dejado de desarrollar las fuerzas productivas desde hace décadas, significa que solo aumentan el hambre, la degradación y la postración”. Este razonamiento empobrecido no corresponde a una tesis de León Trotsky. No hay una relación mecánica, de causa y efecto, monolítica, entre algo y lo otro. Ese algo y ese otro están relacionados dialécticamente. Así que el “razonamiento” de Astarita, contra el Trotskismo, es erróneo, falaz. El docente debería complementar sus análisis, con el concepto de lucha de clases. Este concepto, que por lo que vemos, es ajeno a Astarita, es indefectiblemente relevante en el devenir del testarudo desarrollo de los acontecimientos. Aunque Astarita no nos crea, la lucha de clases puede determinar un rumbo histórico adverso, o no, para los revolucionarios. Así fue, para el capital, que los acontecimientos de la revolución rusa y la primera guerra mundial determinaron corrientes políticas en el seno de la burguesía que esquivaron como a la peste las contiendas bélicas. Aunque el método de producción capitalista es anárquico, el imperialismo entra en la historia del capital para luchar tendencialmente por el control de la producción y el mercado mundial, pues, los enfrentamientos bélicos del siglo XX son la expresión continuista de la lucha o guerra comercial “por otros medios”; la destrucción en masa de FFPP. Tras cada guerra, sea esta directamente entre bandos imperialistas o no, se termina reorganizando los mercados mundiales, regionales o zonales y en este sentido, el control productivo/comercial por tal o cual imperio. Sin embargo la burguesía comprendió que sus luchas internas llevaban muy lejos y, mediante la puesta en marcha de la maquinaria productiva en pos de la destrucción, esto promovía crisis y un proceso complejo de agudización de la lucha de clases, que, llegado a un determinado punto, podría precipitar la lucha directa de las masas por el poder del Estado. El capital allá por 1930 reorganizo y oriento la producción mundial a la guerra, producto del aplastamiento del proletariado europeo tras las traiciones del estalinismo y la chauvinista socialdemocracia. ¡Sin la derrota del proletariado, o sea, del desenlace de la lucha de clases a favor de la burguesía, el capital no hubiera podido llevar adelante sus objetivos bélicos de disputa inter-imperialista! El método de Astarita es el método de Kondratieff, quien omitía bestialmente que los acontecimientos podrían ser determinados por la lucha de clases y no por formulas esquemáticas y monolíticas. Otra vez, lo de Astarita, no es nada nuevo. Como ya definimos con anterioridad, el docente confunde las condiciones materiales de existencia del capital, con su trayectoria histórica. El capital acumula contradicciones, las mismas, como asevera correctamente Astarita se expresan en las crisis: “Las crisis son el momento del estallido de esas contradicciones. Esas crisis son el producto del mismo desarrollo de las fuerzas productivas. Esto significa que el propio desarrollo del capitalismo genera las condiciones objetivas, materiales, para su superación.”, hasta acá estamos de acuerdo, pero señalamos, el docente se equivoca en la conclusión que se desprende de este análisis. El capital prepara el terreno para su superación histórica, el socialismo. Lo mismo pasó con el feudalismo, preparo las condiciones materiales para su disolución. El problema radica en no comprender que cada sociedad se desenvuelve mediante una tendencia histórica, definida, por la época que le toca vivir. Así, la burguesía tardo muchísimo en poder constituirse como clase dominante, y mucho más, en imponer el capitalismo a nivel mundial. Sin embargo, en el transcurso de la lucha revolucionaria de la burguesía encontramos procesos contradictorios, que son, consideramos, los que confunden a Astarita. Lo mismo sucede con el proletariado. En 1914 la burguesía entra en crisis, el proletariado saca conclusiones del accionar chauvinista de las burguesías. En 1917 el partido bolchevique toma el poder, pocos años después, el germen reaccionario del capital se apropia de la revolución, la asfixia, y comienza un largo camino de luchas políticas y enfrentamientos qué terminan en una derrota histórica para el proletariado. Pero, sin la resistencia del proletariado y su vanguardia, la cuarta internacional, el estalinismo hubiera tenido mejores condiciones para restaurar el capital en menos de un siglo, que fue, en definitiva, lo que tardo en restaurarlo. Podemos concluir que el estalinismo restauro el capitalismo producto de la derrota del Trotskismo. El marxismo pronostico que la posguerra conllevaría a un proceso de destrucción sin precedentes, a una etapa de barbarie en la sociedad capitalista. Un pronóstico implica una posibilidad. Y así fue, que, Trotsky, caracterizo un posible cuadro adverso para la posguerra. Ahora, que en parte, esto no haya sucedido no implica que el pronostico no sea correcto, luego de la segunda guerra mundial, y ahora mismo. Astarita ve el análisis del marxismo con un solo ojo, el que socaba las bases materiales para el socialismo, es el propio Astarita. La posguerra vivió con dos grandes “organizadores de derrotas” que fueron el estalinismo y la socialdemocracia, que, primero, empujaron al proletariado al enfrentamiento bélico para defender a sus propias burguesías y a las burocracias centristas, y luego, consumada la mayor limpieza de capitales de la historia, se encargaron de frenar y desviar todos los procesos revolucionarios de posguerra, o sea que, la lucha de clases fue un factor determinante para los acontecimientos posteriores a la segunda guerra mundial. Astarita debería basar sus análisis a la luz del desarrollo de los acontecimientos, y no bajo un criterio irresponsable y oportunista. El capital esta sobreviviendo a su extinción debido a que el proletariado sufrio derrotas históricas que marcan el rumbo actual de los acontecimientos, pero, a pesar de esta gigantesca posibilidad que se le abrió al capital, hoy día, nos encontramos frente a la crisis capitalista más importante de la historia. ¿Cómo podría Astarita y los revisionistas del siglo XXI teorizar esta crisis? No pueden. Se remiten al cliché pseudo-nacionalista del siglo XXI; el “neo-liberalismo”. No hay teoría marxista de la crisis, ni un programa para la misma, hay una verborragia burda de preconceptos liberales sin ningún tipo de consistencia política.
Conclusiones
Astarita es un centrista, no tiene un método político, se apoya en el empirismo y la parcialidad a la hora de llevar adelante sus análisis y conclusiones. Como todo centrista no posee una base teórica seria, y se auxilia en conceptos y categorías aisladas del marxismo, sin tener en cuenta la relación dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo. Su método pasa a ser un formalismo normativista. Los acontecimientos y procesos políticos que para él, no encajan en los conceptos y las categorías desarrolladas por Marx y Engels no corresponden a un análisis marxista. El docente no entiende que la historia y su motor, la lucha de clases, no encajan en formulas ni algoritmos predefinidos. La lucha de clases suscita procesos políticos sin precedentes, que ni siquiera los marxistas podemos caracterizar anticipadamente. Por ello la necesidad del pronóstico, como instrumento político para llevar adelante nuestras caracterizaciones y nuestro programa. Astarita no concibe que la historia se desarrollo por encima de sus caracterizaciones y frente a procesos históricos tan complejos como el desarrollo de las FFPP, se apoya en la norma, desconociendo el hecho y disocia en consecuencia la unidad dialéctica que constituyen ambos conceptos. El normativismo llevó a “marxistas” a teorizar sobre los viejos Estados Obrero Degenerados como Estados sin clase. La bifurcación entre la teoría y la praxis, entre la norma y el hecho, lleva a los revisionistas a la postración política y a renegar indefinidamente del marxismo. El trotskismo es la continuidad histórica del leninismo, del bolchevismo. Trotsky fue un revolucionario como pocos en la historia, que sobrevivió a la catástrofe teórica de la vieja guardia bolchevique. ¿Podría Astarita nombrarnos a -por lo menos- un dirigente revisionista del marxismo que haya aportado algo a la lucha por el socialismo? Los revisionistas se caracterizaron en la historia por ser gangrenas, verdaderos parásitos de los grandes procesos y acontecimientos revolucionarios. La revisión implica crisis, y la crisis, cambios radicales en la materia. En cuanto a lo universal, en la materia no hubo grandes modificaciones que suscitaran un replanteamiento programático general. Solo podemos hablar de revisiones tácticas, o sea, coyunturales, circunstanciales. En cuanto a lo particular, podemos contemplar claramente cambios en la materia, como el fenómeno de los Frentes Populares, el resurgimiento de los nacionalismos de carácter burgués en las semicolonias y la restauración capitalista en los viejos Estados Obreros Degenerados. Podemos contemplar también una tendencia creciente de concentración de la burguesía, una tendencia decreciente relativamente lenta en la pequeñoburguesía, y una tendencia creciente del proletariado. Pero estos cambios no implican una revisión del programa estratégico, no se abandona el concepto de dictadura del proletariado, no se revisa el carácter permanente de la revolución socialista mundial y tampoco se revisa la concepción materialista del desarrollo de las FFPP. Aquí radica nuestra diferencia con Astarita. El docente considera al marxismo como una “gran caja de herramientas” y combina atrozmente conceptos absolutamente descontextualizados y sin relación material alguna. La falta de un método político caracteriza al centrismo, por sobre todo, al centrismo académico, mucho peor que el centrista orgánico, ya que éste ultimo, en ultima instancia, será ajusticiado por el testarudo desarrollo de los acontecimientos, en cambio el primero, goza impunemente del privilegio de teorizar cualquier cosa, sin sustento material ni político y para colmo, no aporta un ápice, en la construcción política revolucionaria, que no es otra cosa que, la construcción del partido revolucionario de la clase obrera. Pero como mencionamos, Astarita esta en todo su derecho de discrepar con el bolchevismo sobre la construcción partidaria, pero en tal caso ¿Qué propone como salida superadora? No tenemos respuesta. El compañero se suma, lamentablemente, a una lista interminable de renegados del marxismo que se unen de hecho con la burguesía para atacar al Trotskismo.
La crisis mundial, que consideramos es lo único que se desarrolla actualmente en el capitalismo, nos impone una responsabilidad muy grande. Esta crisis plantea, en principio, el mayor desafío que tenga que afrontar la burguesía en su historia, luego de la etapa abierta por la revolución rusa y la primera guerra mundial, pero también suscita, una oportunidad histórica para el proletariado y su vanguardia, la cuarta internacional, luego de haber escuchado a los intelectuales del capital hablar de “fin de la historia” y demás expresiones anti-catastrofistas, luego de haber experimentado la restauración capitalista en los Estados Obrero Degenerados y de haber sufrido la mayor derrota histórica desde la comuna de parís, el movimiento comunista internacional tiene una responsabilidad histórica frente a la catástrofe que se nos avecina. Este escenario nos obliga a delimitarnos programáticamente de todas las variantes burguesas liberales, y de todas las expresiones estalinistas y centristas de la izquierda mundial. El programa de transición cobra una vigencia histórica a la luz de los acontecimientos consumados y por desarrollarse. Todas las corrientes que revisaron el programa de la cuarta internacional están hoy, en la mayoría de los casos, detrás de una fracción burguesa. Solo quienes defendemos el programa revolucionario podemos estar a la altura de las circunstancias.
La crisis capitalista mundial nos encuentra en un cuadro de procesos nacionalistas de contenido burgués en prácticamente todo el planeta. Las distintas expresiones nacionalistas no plantean una salida de fondo a la crisis mundial, se escudan en verborragia izquierdista pero pactan con el capital imperialista y los raquíticos capitales nacionales. Todos los gobiernos nacionalistas han traicionado en mayor o menor medida a las masas trabajadoras. Solo plantando la bandera de la independencia política del proletariado podremos construir partidos obreros de cuadros y de combate, como parte del proceso de reorganización internacional del movimiento comunista tras la bandera de la cuarta internacional. Por su parte los países imperialistas viven un proceso violento de desintegración política muy similar a los vividos en la antesala de las guerras mundiales del siglo pasado. La amenaza latente para la burguesía imperialista es, un cuadro de enfrentamiento bélico por la reorganización mundial de la producción y los mercados. La burguesía, como mencionamos, sacó conclusiones de la primera y segunda guerra mundial, y en un cuadro de disgregación política de las variantes frente-populistas como el estalinismo o la socialdemocracia, la posibilidad de continuar la guerra comercial “por otro medios” es una bomba de tiempo. Frente a este escenario la izquierda mundial se divide entre el sectarismo y la adaptación a la democracia burguesa, que en el marco de una disputa inter-imperialista, tiene su futuro comprometido. La derrota histórica del proletariado de finales del siglo XX fue un mazazo mundial que no solo aplasto al masas proletarias, sino también -y por sobre todo- a la izquierda mundial, sustancialmente, a la izquierda trotskista. Podríamos graficar un giro mundial a la derecha, donde el movimiento comunista paso a la reacción democratizante planteada por el imperialismo en el cambio de frente orquestado tras la restauración capitalista en la Unión Soviética. La izquierda europea paso a ser la pata “izquierda” de las democracias del viejo continente. En Norteamérica todos los grupos trotskistas y demás corrientes de izquierda pasaron a la reacción. América Latina no fue la excepción; las tendencias más progresivas fueron aniquiladas por las dictaduras genocidas impulsadas por el imperialismo bajo la complicidad reaccionaria de la burocracia moscovita. Sobre la base del exterminio de la vanguardia comunista, las tendencias mas conservadoras, pequeñoburguesas dentro de los partidos obreros, reorganizaron los aparatos militantes tras la orbita de las viejas direcciones quebradas de Europa, o sea, a la adaptación al régimen democrático. Consideramos bajo este esquema, que la postura de los Astarita del siglo XXI es la expresión del quiebre de las viejas direcciones trotskistas embellecidas por los respiros efímeros, visto desde una perspectiva histórica, conquistados por el capital luego de la restauración capitalista. No pasó más de 17 años para que el capital ingresara a la crisis más importante de su historia. El embellecimiento de los revisionistas los llevo a violentar la teoría marxista para aggionarla a los intereses de clase de la burguesía, más precisamente, de la burguesía liberal, “nacionalista”, “progresiva” o “antimperialista”. El revisionismo, en el siglo XXI, da un paso más que la vieja guardia socialdemócrata o estalinista, gracias a un cuadro desfavorable que permite revisar la teoría marxista en busca de una respuesta “a las derrotas sufridas”. El intento desesperado por echar a la basura el andamiaje teórico conquistado por el marxismo es intencional. La revisión de Astarita, y de todos los revisionistas del siglo XXI, no es producto de un problema de “mediocridad intelectual”, sino que tiene como trasfondo una posición política conservadora. Y dicha posición se expresa justamente en el apoyo que realiza el docente (y la mayoría de los revisionistas) a Chávez y a la caricatura del “socialismo del siglo XXI”. Toda la “critica” que realiza Astarita al trotskismo esta orientada a intentar defender teóricamente el infundio del socialismo con empresarios que postula el chavismo. Concluimos, por todo lo antedicho, que Astarita es un incorregible defensor del capital y un permanente renegado del marxismo.
Nicolás Maurer
Partido Obrero Socialista
23 de julio de 2012
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